Friday, May 29, 2009

Mañana Suave

Y si mi memoria fallara y olvidara cada uno de nuestros encuentro, cada uno de sus besos, cada una de las veces que hemos amanecido juntos, nunca querría olvidar aquella vez, a principios de mayo...
Apenas entró la luz, rodeando el contorno de las gruesas persianas, se iluminó casi por completo la blanquísima habitación. Paredes blancas que brillan y reflejan la luz del día, sábanas blancas, fundas blancas y un acolchado plumón blanco que casi nunca alcanza para taparme a mí. Como las demás veces, mi cuerpo estaba cubierto con una cobija de punto adicional, que pido para no pasar frío en la gélida habitación, helada artificialmente con el mini split que nunca sube de 25, si acaso 26 grados. Sentí su mano recorrer mi espalda y me erizé por completo. El más mínimo roce de su piel me hace ponerme alerta. Esa mañana, la electricidad recorrió mi cuerpo de pies a cabeza y sentí el enorme deseo de brincar encima suyo. Pero no lo hice, traté como siempre de contenerme un poco y ser sutil, si es que alguna vez he logrado ser sutil.
"Mi lugar" en su cama, siempre el mismo, entre él y la pared me guardaba como prisionera. No hay forma de escapar sin despertarlos durante la noche. Procuro para dormir siempre darle la espelada, para obviar su presencia y concentrarme en dormir. Trato de poner mi mente en blanco, tan blanco como todo en la recámara. La primera noche que pasé con ellos no dormí, sentir su cuerpo junto al mío todo el tiempo, me abrumó de deseo, me quitó el sueño. Desde entonces descubrí que darle la espalda me ayuda a no pensar, al menos puedo guardar mis manos y dejar de tocarlo. Por eso, esa mañana amanecí dándole la espalda, recibiendo la luz que se cuela por el resquicio entre la persiana y la ventana directamente en la cara. Sentirle me regresó al mundo de los vivos en un instante. Me di la vuelta y acurruqué mi cabeza en el hueco de su axila. Apenas me sonrió adormilado con los ojos prácticamente cerrados.
Me quedé inmóvil a su lado. Él tomó mi mano y la llevó a su entrepierna. Sentí su sexo endurecido. La ventaja de las mañanas es que una no tiene ni que decir buenos días, para lograr la hazaña. Claro, algo le hizo pensar que estábamos en igualdad de circunstancias, pero las chicas somos distintas por las mañanas. Hay algo en ese hedonismo egoísta con dejo de patanería que me encanta. La sonrisa de ensimismamiento, la actitud de autocomplacecia, el reto a mis normas autoimpuestas. Me encanta y me choca a la vez, pero nunca logro decir nada. Siempre me quedo callada, embobada, casi sumisa, perdida en el contacto con su piel. Esa mañana, tampoco dije nada, me quedé acraciándolo, exitándome poco a poco con mis pensamientos y sus eventuales gemidos. Luego volteó, pareció recordar que que alguien a su lado provocaba esas sensaciones. Besó mi mejilla.
Corrí al baño, a veces la verdadera magia de lo cotidiano son esas pequeñas interrupciones en las que hay oportunidad de recordar que no es un sueño, sino la realidad. Al regresar, lo encontré tendido boca abajo, abrazando su almohada, inclinado ligeramnete hacia "mi lado". Llevaba únicamente una camiseta de algodón, tal cual lo había dejado. Sentí ternura y deseo. Siempre siento esa mezcla cuando lo miro. Escalé la cama para poder llegar hasta él, y como no queriendo recorrí con mi mano desde sus corvas hasta las nalgas.
Me recosté junto a él, lo rodeé con mi brazo y seguí acariciando mansamente. Pasé mi mano suavemente por cada centimetro de piel expuesta. Él sonreía y seguía con los ojos cerrados, en silencio. Nuevamente me besó muy despacio. La punta de su lengua a penas rozó mis labios. Sentí en los míos la suave y dulce presión de los suyos. Fue uno de esos besos suaves llenos de ternura, esos que se dan cuando no es ni la primera, ni la última vez que besarás a alguien. esos que llenos de paz solo quieren regalar cariño. Esos que dicen cosas que las palabras no pueden decir.
Besé sus mejillas, su oreja. Acaricié su cuello, su pecho, su espalda, sus nalgas, sus muslos, tiré de él intentando transmitir el mensaje de que estaba lista para continuar. Se quedó de lado con su cuerpo muy pegado al mío.
Por medio de caricias me hizo saber que ya estaba consciente de mi presencia y que le hizo feliz tenerme allí, con él. Acarició mi pecho, mis pezones, mi espalda, mis nalgas. Regresó a mi pecho y bajó por mi vientre para entrar por mi pijama y encontrar mi vulva. Suavemente paseó sus dedos por mis labios y los separó para entrar cada vez un poco más. Mientras yo acariciaba su pene con un suave vaivén, muy suave un tanto insegura.
Volvió a besarme. Más suave, si se podía. Tanto que no podía reconocerle, por un momento me cuestioné si sería el sueño, o el intento por guardar silencio para no despertar a Michelle, pero luego me di cuenta de que él sí estaba despierto, no era sueño, era algo más. Los minutos de caricias y besos se extendieron y bailaron lentamente en el tiempo. Finalmente rompió el silencio: emitió la tan ansiada frase de cortesía heterosexual, recurrente y esperada en estos casos "¿quieres que me ponga el condón?" Esa pregunta siempre me llena de vergüenza, pero discutiré luego las razones, no ahora. Contesté que sí, y se lo puse con la pequeña rutina que hemos desarrollado para ello.
Entró en mí con firmeza y comenzó un suave y exitante vaivén. Fue dulce, tierno. Fue más de lo que yo esperaba, fue todo lo que yo deseaba. Esa mañana cogimos, pero fue diferente de todas las demás. Para mí fue distinto y por eso no quiero olvidarla. Sentí otra cosa. Esa mañana, él me hizo el amor.

Thursday, May 21, 2009

El arte de la guerra

Estoy leyendo en mi trabajo El arte de la guerra, este libro oriental que sirvio para guiar a grandes jefes de estado. Se supone que lo leyeron Napoleón y Hitler y bueno, que todo gran político debe leerlo. Allí vienen estos consejos como que debes fingir debilidad cuando eres fuerte, nunca mostrar todas tus cartas y así y así. Casandra es hija de político. Se crió leyendo a Maquiavelo y siempre ha tenido una visión clara de las cosas de la vida. Su capacidad de análisis y la frialdad con la que ve la vida me deja en una mezcla de certeza y desencanto (de la vida, no de ella). La admiro como a nadie. Creo a pie juntillas cada una de sus conjeturas. Cómo podría no creerle cuando siempre parece que sabe lo que dice. Casandra me observa con mirada fija, suspira, coloca sus dedos índice y medio en la frente y el pulgar en la mejilla, luego se agita un poco y con la misma mano, regularmente la derecha, se acaricia la frente y vuelve a posar su mano en la forma original, resopla un poco, aprieta los dientes y finalmente con voz grave y serena suelta alguna verdad. Alguna verdad absoluta. Sus verdades siempre son absolutas.
Ella conoce el arte de la guerra, y reconoce cuando alguien lo aplica. Nos ha servido en el medio del activismo. También percibe cuando alguien incluso sin saberlo, llega de forma intuitiva a ejercer poder o violencia. Se necesita una persona violenta para identificar la violencia. Hay muchos tipos de violencia. Está la física, la que acostumbramos llamar violencia, pero también hay todas esas formas sutiles, tácitas, implícitas a las que llamamos de muchas otras formas.
Dicen que en la guerra y en el amor todo se vale. También que el fin justifica los medios. Yo en cambio, a veces me da por eso que llaman ética y me encuentro un poco asustada cuando descubro que he sido víctima de violencia. No de la física, sino de la otra.
Llevo días y días y días y más días de los que puedo recordar leyendo sobre compersión. Y cada día que creo que he llegado al Nirvana, me doy cuenta que muy dentro de mí sigo siendo esa ente posesiva, monstrua verde llena de celos. Soy celosa, muy celosa. No soy celosa todo el tiempo. Ni celo sin ton, ni son. Soy celosa sólo cuando me dan motivos, y por motivos me refiero a cuando alguien viene y en mi cara suelta frases con la mera intención de miar territorios. Me encanta esa frase "miar el territorio", me parece la que mejor describe la situación.
Como Casandra anda visitándome y hemos tenido mucho tiempo de platicar, le he ido contando poco a poco las situaciones que he vivido en esta aventura poliamorosa que estoy emprendiendo. Y a veces se sorprende con mi "ingenuidad." En su opinión tengo mucha fe en las capacidades humanas. En su opinión soy medio boba por confiar tanto. le cuento los artículos que leo, le reseño los blogs, le comparto mis emociones y de pronto si suspiro le digo, "perdón, es que lo estoy extrañando un poco." Frunce un poco el entrecejo y me dice algo como: "tu sabes, Poly, antes que otra cosa soy tu amiga, soy esa amiga que siempre he sido y solo puedo decirte 'go for it', pero acuérdate que siempre he sido carrillosa y que me doy cuenta que estás contando las horas para que me vaya y puedas verlo." Luego me mira condescendiente y me da un beso. A veces, solo me da el beso, otras me aprieta la mano.
Hoy le compartí en el autobús, esa desesperación que siento por verlo y el miedo que me da que sea unilateral. Le dije que yo entiendo que todo ha sido muy rápido y que por ende comprendo que había planes previamente adquiridos en los cuales yo no me puedo acomodar. Muy sabiamente me dijo: "piénsatelo bien, Poly, porque ahorita estás jugando a la paciencia, pero luego eso se te va a ir convirtiendo en frustración si las cosas no cambian." Claro, entiendo muy bien que hay boletos comprados como con tres meses de anticipación para un evento y es natural que no haya lugar para mi en un dia preciso, porque hace tres meses no había forma de que nadie supiera que habría una relación aquí. También le expliqué que mequeda muy claro mi lugar y mi espacio porque hay días, fechas, horas y demás en donde no hay explicación para mi presencia. Y ella me ha preguntado: "¿qué va pasar si las cosas no cambian y sigue sin haber espacio para tí? ¿Te vas a conformar con eso?" Y se puso a cantarme la canción de José José de las migajas de tu amor y tal. Como estuve leyendo blogs con experiencias personales y había una en particular de una chica que prometió a su marido tener una relación primaria sólo con él y con cualquier otra persona serían secundarias, me llegó muy profunda la historia. Sobre todo, porque pasado un tiempo se dio cuenta ella de que sus sentimientos crecían y no de forma secundaria para su segundo amor.
Mis sentimientos parecen bañados en levadura. Crecen y crecen y se esponjan, y como tengo a mal hablar mucho de ellos, parece que me regodeo en ver cuánto se expanden. Anoche en la cama Casandra y yo hablamos de mis mil amores. Desde Número1 hasta su primo MNX. Hablamos de sus posibles amoras. Hablamos y hablamos y hablamos hasta que nos quedamos roncas de tanto hablar, y después cogimos. Esta semana hemos cogido como nunca. Con una intensidad desconocida para ambas. Me atrevo a decir que nos hemos redescubierto como no lo hicimos al inicio. Con una libertad plena, sin secretos, sin máscaras.
Cuando terminó de cantar y de ver mi cara de molestia por un último texto que recibí de Eduardo, me dijo al bajar del autobús: "Si yo tuviera los recursos económicos te diría'Poly, vámonos con los niños un mes a la playa' y cómo podrías decirme que no. si tengo derecho a veto y tienes que fingir que me quieres más que a nadie, cómo me dirías que no. Pero eso sería juego sucio. Lo ético sería decirte: 'Poly, platica con tu Eduardo, cómo ve que te vayas unos días'. Porque lo ético es ver por tus sentimientos, los de Eduardo, lo de Michelle, los míos, los de nuestros hijos. Lo ético es platicarlo. Me atrevería a decir, aunque no la conozco, que Michelle está jugando a no darse cuenta y seducir a su marido con 'Lalo, vamos a la Isla' o a tal fiesta o tal cosa y poner largas y pretextos para que no tenga tiempo de verte. Pero te digo, es lo que yo haría si tuviera recursos económicos y si no quisiera que estuvieras pensando en él todo el tiempo. Ya ves lo que dicen en la guerra y en el amor todo se vale."
Y luego pasó su mano por su frente y resopló otro poco. Claro, ella no conoce a Michelle, ni ha leído los artículos de compersión que le he recomendado, ella no cree que un hombre pueda tener algo más que interés sexual en una mujer, y bueno, está intentando darme por mi lado en todo este rollo sin verse muy preocupada o celosa o cualquier cosa. Yo por mi parte, acabo de sentirme nuevamente invadida por ese monstruo verde de celos, me he puesto a pensar nuevamente en ese asunto que pensaba olvidado de la Isla hace dos semanas, me he sentido violentada y como no creerle a alguien que ve las cosas fría y analíticamente desde afuera cuando dice literalmente que se han miado en el territorio para recordarme mi lugarcito afuera de él. Intento, de verdad intento sentir la dichosa compersión, y quiero creer que estos N días sin ver a Eduardo han servido para su felicidad y crecimiento personal, ¿pero y qué hago con mis locas ganas de verlo ya mismo? En fin, que de verdad no quiero estar todo el tiempo esperando en el rincón como la muñeca fea para cuando tenga un ratito que darme. Menos cuando en alguna de las conversaciones víamessenger enla distancia que tuvimos él me dijo aquello de "luego me cuantas cómo nos ayuda que Michelle esté enojada contigo." Lo cual significa que además de todo tengo que tener feliz a todo mundo. Creo que a mi El arte de la guerra no me está sirviendo de nada y que Casandra tiene razón en una verdad absoluta: yo soy muy ingenua.

Monday, May 11, 2009

Extrañando a dos

Me voy a enfocar en lo positivo. Amar a dos no es fácil. Menos cuando no la veo a ella, ni a él. Casandra en otra ciudad estudiando y Eduardo viajando por vacaciones múltiples. Luego yo, con una vida social atravesada y las cosas políticas demandantes. ¿Cuándo los voy a ver?
Pero entonces pienso en la mujer más maravillosa del universo, amándome porque sí. Sólo porque le gusto y le complace mi presencia en su vida. Pienso en cómo me extraña. En cómo cambió su vida para meterme en ella. En cómo me dio el regalo más grande que tengo en la vida: mis dos hijos! Pienso en cómo clava en mi su mirada como si no hubiera nadie más en el mundo y en cómo modula su voz para decir mi nombre en diminutivo. Cierro mis ojos y puedo sentirla compartiendo mil y un locuras. Siento su fe en mi. Eso es lo que más me llena, toda la fe que pone en mí. No en algúun logro, o una obra, sino en mi persona. Ella tiene fe en que SIEMPRE voy a estar con ella. Normalmente no es agradable que te den por sentada, pero en el caso de Casandra, es algo reconfortante, porque ella no confía ni en su sombra, y sin embargo confía en mí. Soy codependiente, me gusta sentirme necesitada.
Y luego, por otra parte, pienso en él, que no tiene necesidad de meterle complicaciones a su vida y sin embargo me involucra a mí.
Hace unas horas platicaba por messenger con Meztli. La agarré de confidente. Me preguntó:
Meztli - says:
te estas enamorando?
Meztli - says:
ilusionando?
*Poly* - says:
Es sólo que hay detalles que me destantean, y luego otros que me ubican de nuevo en la realidad y es rarísimo...
Meztli- says:
qué detalles te destantean?
*Ploy* - says:
O no sé, que me tenga paciencia! ja ja ja, siempre me intriga cuando alguien me tiene paciencia!
Meztli- says:
ahhh ok
Meztli - says:
yo te tengo paciencia?
*Poly* - says:
Cómo que mi parte desconfiada se pregunta "por qué?"
Meztli- says:
porque te queremos
Y yo, la verdad, no supe qué decir. Meztli no es la persona más indicada para este tipo de conversaciones. Ni si quiera creo que su gama de emociones abarque el punto en el que podría empezar a entenderme. Un día le dije "tu y yo podríamos ser las mejores confidentes y entendernos por estar en situaciones similares." Y aún así, eligió mentirme en una "confidencia" cuya fuente yo ya tenía clara. Así pues, me doy cuenta que aunque yo quiera no puedo pedirle más que un rato de buen humor. Pero lo relevante de nuestra conversación de hoy en el messenger es que cuando me preguntó directamente las acciones que me enamoran, no se la pude compartir.
No pude hablarle de las miradas. No pude decirle: "la forma en que me habla" o "el tiempo y mensajes que me dedica." Ni mucho menos: "los problemas en que se mete por mí con Michelle." No pude contarle nada. Pero tampoco es algo que yo pueda responderme a mí a la primera.
Llevo dos días intentando escribir una carta de amor. Por cursi que soy, y por ejercicio mental. Pero después de dos borradores y un montón de devenires, no tengo idea de qué poner. Lo que siento en un momento no es que cambie al que sigue. Lo que siento permance, lo que cambia es mi capacidad de compartirlo. Hay días que me siento inmune, como si pudiera decirle lo que fuera. Y hay otros en que tengo miedo de decir algo "inadecuado." Y la ñora de ochenta que vive en mi cabeza grita "todo es indecente e inadecuado en esta relación, jovencita!"
Pero me exita, me encanta, me hace conservar una nueva ilusión. Me gusta. Me gusta su cara, me gustan sus manos, me gustan sus ojos. Me gusta. Y a parte, me gusta él. Es decir, su forma de ser, su forma de hablar, su manera de pensar y de actuar. Es simple: me gusta. Y me siento la más ridícula: como si estuviera a punto de llevarle una serenata: "que por qué te quiero... son mil cosas a la vez!" ... Y yo con una voz ronca elevo mi canto al cielo, esperando que la luna le lleve los acordes, y me rio de mí misma y lo ridícula que soy.
Le quiero lo suficiente como para realizar rituales estéticos-sociales completamente fuera de mi ideología feminista (i.e. pelearme con el rastrillo en la regadera!). Y le quiero tanto como para aguantar las cucarachas que caminan junto a la compu por las noches cuando vengo a platicar con él por messenger. Y alguna persona suspicaz dirá: pero por Casandra también lo harás, ¿no? Cabe recordar que ella también es feminista. Aunque bueno, lo de las cucarachas claro que también lo hago por ella. Claro, que cabe decir que ella es la que se ha chutado más bichos por mí que yo por ella, en fin, creo que ella me quieres tres cucarachas y unas cuántas hormigas! Eso es amor!
Ese dicho ridículo de te quiero de aquí a la luna y de regerso, me queda corto. Creo que tengo una nueva medida: "te quiero dos cucarachas encima!" Soy disgustante lo sé... son los estragos de los desvelos y la pobreza.
Había una película situada en NY que trataba de cucarachas parlantes, era simpática. Y no hablo de Mimic... Faltaba más! Ahora cuando pienso en los amores de mi vida voy a pensar en plagas! Porque también cuando veo ratas pienso en Número1 y no porque sea yo una grosera insultante, sino porque había un ratón en su casa y le daba miedo. Y bueno, una prueba de amor de su parte era quedarse al teléfono horas, aún sabiendo que podía salir "Mickey" en cualquier momento de su guarida. Quizá lo significativo de estas desvariantes anécdotas es como los miedos más bobos y las emociones más ridículas terminan uniéndonos a las personas que queremos.
En fin, aprovecharé nuestros desencuentros y la falta de actividades en tiempo "real" es decir mi periodo vacacional y de espera, para postear muchas entradas viejas guardadas en mi libreta. También aprovecharé el tiempo para pensar una rsepuesta a las preguntas de Meztli. Sirve que mientras reflexiono me siento llena de ella, llena de él y no estaré tan sola mientras extraño a dos!

Saturday, May 2, 2009

Moneda al aire

Empiezo a sentir angustia otra vez. A veces, me pregunto si no seré adicta a esta sensación de incertidumbre. ¿Qué siento? ¿Qué me impulsa a estas acciones impúdicas similares a un suicidio político? ¿Qué raro alien me invade la cabeza y me ordena envía un correo matón? A estas alturas ya debía yo de haber dejado de usar definitivamente el correo electrónico de por vida.
Hoy a medio día platicaba con Casandra por messenger. Le platiqué cómo me siento. Le dije con lujo de detalles cada una de mis sensaciones. Y me sentí liberada. Tanto que no dudé en poner en práctica su consejo: "mándales un mail explicando cómo te sientes."
No sería la primera vez. Hace seis años, cuando ella y yo apenas empezábamos también mande un mail. Aquel mail iba dirigido a ella y su primo. Decía poco más o menos: Queridos MNX y Casandra, Quiero que les quede claro que los quiero mucho a ambos. Sin embargo, quiero que sea evidente que estoy enamorada de Casandra y no de MNX. Así que de aquí a que me vaya al DF, seguiré saliendo contigo si quieres, pero que sepas que con la que quiero es con ella.
Y bueno, pasé un par de horas de angustia, y quise esconderme bajo las piedras. Y corrí a casa de Malena, porque en aquella época siempre me refugiaba en su casa. Cuando mi moneda cayó del aire, Casandra estaba feliz de que le hubiera aclarado a su primo que quería con ella, pero molesta de que planeara seguir saliendo con él mientras que estuviera en la ciudad. Sin embargo, ella no planeaba dejar a su novia, por lo que el trato era justo. En aquella época no éramos las evolucionadas poliamorosas que esperamos llegar a ser algún día.
Por su parte, el primo MNX, llamó para decir que mientras él pudiera aprovechar mi presencia no le importaba donde estuviera mi corazoncito. Me da risa cuánto usan ese mismo argumento las personas. Yo por mi parte, me dejé querer.
Yo ahora siento angustia. Tiene ya más de 5 horas que mandé mi mail, a Casandra, Eduardo y Michelle explicando mi necesidad de ser claros con respecto a nuestros sentimientos, pero principalmente a mis necesidades afectivas.
"Como decía, he estado leyendo, me he documentado. Ya pasé por wikipedia (en
inglés) "swinging/The lifestyle" y "open marriage". Una cosa me llevó a la otra
y me di cuanta que necesito explorar más la "compersión". Será mi meta personal.
Pero bueno, sobre todo me di cuenta de que yo no soy swinger. Yo soy
poliamorosa. Yo soy de sentimientos y emociones y muy fuertes. No de nadar
cogeloneando un rato y luego olvidarme, eso a mí no me pasa ni me va a pasar. Lo
entiendo, lo admiro, lo he hecho, pero no es lo que busco en esta parte de mi
vida. La otra cosa, la que me motiva a mandar este mail, es la de la apertura. He
comprendido que necesito ser más abierta y clara."
Y bueno, en el colmo de mis descaros y cinismos me burlo un poco de la terrible idea de mi misma al mandar el mail con:
"Me estoy sintiendo cada vez más emocionalmente apegada a Eduardo, claro, no
sería yo tan superficial como para calificarlo de "crush tipo prepa" pero cada
quién puede usar la nomenclatura que le de más paz emocional a su sistema.
Entiendo que en este momento los tres pueden agarrar y tirar este correo a la
basura y hacer como que no pasó. También me queda claro que un@ de tres podría
decidir no seguir leyendo. Quiero creer que ya lo sabían, pero que no esperaban
tanto descaro de mi parte. Pues bueno, resulta que yo siento esto y no sé
guardármelo, pero tampoco sé qué se dice en estos casos. Han cruzado por mi
cabeza opciones como: "Querida esposa mía, ¿me das permiso de salir con el
marido de una de nuestras amigas, que eventualemnte podría ser tu consuegra y
que por cierto es una colega artista?" o quizá "Querida amiga, ¿me das chance de
salir con tu marido?" ( y claro he pensado opciones de verbos para sustituir
salir tales como datear/besar/coger etc...) Y bueno, no está de más preguntarle
al interesado, no? "Estimado amigo de la prepa, amigo de mi ex, marido de mi
amiga, ¿quieres salir conmigo?""
Y remato con:
"Michelle, yo no quiero ser el affair de tu marido, ni la
rompehogares, ni la causa de mil y un discusiones, ni mucho menos como les digo
hacerme mensa, y jugar a las escondidas. A mí eso no me va. Pero reconozco que
soy una persona valorable y que merezco tiempo y que voy a pedir ese tiempo. Mi
objetivo es ser abierta y pedir tu comprensión a mis sentimientos (y la dichosa
compersión de la que tanto he leído, ja ja ja). Obvio, si la idea te
disgusta, te molesta, te sobrepasa, te estresa o incomoda yo lo puedo entender,
asimilar y aceptar. Prefiero saberlo ya y no estarme preguntando después si
tengo que lidiar con una esposa celosa o esas cosas que ni a ti ni a mi nos van
bien."
Y mientras mi moneda sigue girando en el aire, yo espero mordiendo mis uñas y comiéndome hasta los pellejitos de cada dedo. Y temblando cada que oigo el "plunk" del messenger esperando ver que alguien se conecte. Pero nadie dice nada. Nadie contesta mi mail y yo sólo siento las horas pasar. Hoy no puedo correr a casa de Malena. Hoy no puedo correr a contarle a nadie mi locura. ¿Cómo explicas esto? ¿A quién?
¿Mi mayor temor? Que cuando la moneda caiga sea efectivamente para que Eduardo me diga "¿Cómo se te ocurrió?" o para que Michelle me plante un bofetón y me recuerde mi lugar y me obligue a no volver a buscar a su marido. Al menos sé que mi mujer lo entiende y está abierta a lo que pase. Eso me queda de consuelo. Y ya, ya quiero saber, porque no puedo seguirme escondiendo todo el tiempo y necesito que eso quede claro. Y así, si no se puede, al menos sabré que terminó antes y no después cuando duela más.

Friday, May 1, 2009

Un caballero no tiene memoria...

Dicen que un caballero no tiene memoria, pero bueno, yo no soy un caballero. Ni si quiera soy una dama. Y me encantatenere memoria. Me ilusiona y reconforta recordar cada detalle, cada caricia, cada palabra. Io lo ricordo todo, es mi frase favorita, la dijo uno de tantos, de esos que precisamente no era un caballero. Creo que nunca he sentido atracción por caballeros, solo por personas apasionadas.
Me parece adecuado para salir de tanta bruma un poquito de reconfort en esas memorias tan lindas. Además, se supone que hablaría de mis mil amores y sólo me he concentrado en uno...
No tengo preferencia cronológica, ni considero prudente hablar de un orden de importancia, tampoco me agrada el oden alfabético, así que simplemente relataré según me venga a la memoria. Soy democrática, así que hay de todo, de derecha, izquierda y centro. Nacionales y extranjeros. Hombres y mujeres. En escenarios locales y exteriores. Blancos, negros, flacos gordos, altos, chaparros, todo. En la variedad está el gusto (aunque hay gustos que merecen palos).
El día de hoy, en primavera, con este clima templado, un poco nublado, pero agradable no puedo sino pensar en el Rumano. Lo llamaré así, no por su identidad sino por la mía. Me encanta recordar cómo nos conocimos porque ha sido el encuentro más tierno, romántico e inusual de todos en mi vida. Puedo decir que estaba en el lugar correcto, en el momento correcto y de la forma correcta. La vida lo puso allí para mí. Y como yo sí creo en el destino, no puedo sino pensar que nuestras vidas habrían de cruzarse por alguna extraña razón para ponerle orden al Universo. Sólo porque las estrellas lo desearon. Sólo porque así tenía que ser.
Era una tarde de marzo, en Valencia, cuando se celebraban las Fallas. Yo iba con mi perrita por el centro y tras horas y horas de caminar nos sentamos agotadas en una banca. De entre cientos de gente en la calle se acercaron tres hombres vestidos de negro a la banca donde yo estaba. Altos, delagos, rubios y de pelo largo. Cualquiera hubiera pensado que eran una mezcla de bandido y motoqueros. Uno de ellos sacó un sandwich de boloña y comenzó a darle de comer a mi perro. Sin hablarme. Otro de ellos, Rumano, me observaba. Como comencé ponerme nerviosa le dije al perro: "Perro, despídete de tus amigos ya nos vamos." Me paré y me fuí, pero cortesmente sonreí a los chicos antes de marcharme. Entré a un cyber que había cerca. El local tenía grandes ventanas que permitían la entrada de lus del exterior y que en realidad mostraban todo del interior. Me senté en una computadora alejada de la gente, pero pegada a una ventana que daba a un café en la calle de al lado. Pude ver que al café entraron los tres chicos y ocuparon una mesa cerca de la ventana donde yo estaba.
Rumano me seguía observando. Yo procedí a ignorarlo y checar mi correo. Me llegó un correo de Número1 diciendo que iba a irse a NY con Tetona y yo por su puesto, en ese momento de angustia sentí que moría. Algo dentro de mí estalló tal cual lo hace en esos casos y comencé a llorar como una niña. Rumano, entró al ciber y me dio un papel con su nombre y sus datos y me dijo que lo llamara. Yo atónita lo miraba incrédula de pensar que un desconocido me estuviera dando sus datos y que osara pensar que yo lo llamaría. De pronto pareció notar que yo estaba llorando y se preocupó.
-- ¿Te he molestado?
-- No.
-- Bueno, entonces dame tu teléfono y mejor yo te llamo.
Estaba yo tan nerviosa que ni si quiera noté su acento. Yo quería quedarme sola, así que sin pensarlo le di mi número. Nunca he podido mentir ante una pregunta directa. Pasé horas esa tarde pensando porqué no le di un número falso. Pero no pude. De mis labios sólo brotó mi número y no hubo marcha atrás. La suerte estaba echada.
Él regresó con los otros dos chicos, pagaron su café y se marcharon.
Transcurrieron dos días de terrible amragura para mí. Deambulé por las calles de Valencia con mi perro recolectando material para mi obra más reciente. Lloré por las vías del tren. Lloré junto a los sembradíos de cebollas. Lloré por las playas desoladas. Lloré en el bus cuando iba a la escuela. Y el martes, por la tarde, justo cuando iba en uno de esos buses, llorando, entró la llamada a mi móvil. Era él, Rumano, invitándome a salir el jueves. Cumplió la regla de llamar antes de 4 días. Estaba interesado. Y yo ya estaba cansada de llorar. Dije que sí. Quedamos de vernos en el mismo ciber donde nos conocimos.
El jueves llegué tarde. Siempre llego tarde. Él me esperaba con una rosa. Me llevó una rosa. Me pareció una mezcla de detalle friki y tierno. Todo él me parecía una mezcla de algo friki y tierno. Su cabello largo rizado, su aspecto de gitano, motoquero, bandido. Su chamarra de cuero negro. Su cara larga, su cuerpo flaco. Me daba miedo, pero me parecía dulce.
Y yo en esa cita me sentí la más infiel de todas las mujeres. Oficialmente me declaré viuda del gran amor de mi vida y sin embargo, aún doliente estaba tomando un café con un desconocido que bien podría ser un loco maniático que descuartizaba mujeres. Fuimos a un café cercano. Yo, en plena depresión no tenía ganas de nada. Sólo pedí una infusión de manzanilla. Él pidió un café americano, le gustaba el Nescafé. Pedir Nescafé en un café nice de Valencia, era casi un insulto, pero a él le gustaba el Nescafé.
Rumano, obviamente, era de Rumania, ya no recuerdo de qué pueblo, quizá nunca me lo dijo, o quizá sí. Por aquel entonces yo siempre cargaba una libreta y cuando había una palabra que no encontrábamos, la escribíamos en inglés y encontrábamos el significado intermedio. De allí en fuera, su español era muy bueno y como quiera, yo no estaba interesada en grandes historias. En fin, era de un pueblo, vivió su infancia bajo el regimen comunista. Era campesino en la parcela familiar y esas cosas. Llegó a España haciendo de todo. Pizcó fresas y aceitunas en Andalucía. Ahora, estaba en Valencia trabajando en la granja de la familia de su cuñada. Rumano tenía un hermano gemelo y otro 10 años mayor. El mayor tenía una novia española para la que trabajaban todos.
Y yo me veía a mí misma, sentada en un café español hablando con un campesino rumano y me reía para mis adentros. Tenía entrenamiento técnico también, era diseñador y hacía serigrafía, pero su sueño era dedicarse a la navegación, comprar un velero ye recorrer el Mediterráneo. Él no podía creer que yo fuera mexicana. Le sorprendió mucho, y creo que hasta le decepcionó, después de todo un ilegal siempre busca un ancla, pero yo no pensaba esperar a una segunda cita.
Y sin embargo no me dejaba ir. Cuando la hora se acercaba a hacer evidente una despedida, él me miró, me tomó de la muñeca y me dijo con su acento particular "y mañana qué vamos a hacer?" Yo como siempre cuando las preguntas son directas, me puse en modo respuesta sincera y dije, no tengo planes. Bueno, fue la invitación segura para otro café.
Volví a llegar tarde. Me volvió a esperar con paciencia y esta vez me llevó unas cintas grabadas con su música favorita: Heavy Metal, nada que sea mi estilo. Hablamos por horas y al llegar el final, él ya tenía planes para no sé cuántas veces más que nos viéramos. Quería llevarme a tomar tequila y llevarme a conocer el pueblo donde vivía, junto a Valencia y llevarme a... y yo sentí que quería escapar.
-- Y mañana qué vamos a hacer?
Pero yo ya estaba preparada, había pensado por dos horas que "mañana no iba a poder", y no esperé su contraataque:
-- Y el día después de mañana qué vamos a hacer?
Muy bien, tengo que aprender a pensar más rápido que mi boca.
--Nada.... pe, pero, pero, tengo que sacar a pasear a mi perro.
Y así fue como terminamos teniendo una tercera cita en la playa, con todo y perro. Encontramos un café donde pudiera yo entrar con todo y animalito. Yo nunca pedía otra cosa, y él tampoco. Siempre eran Manzanilla y Nescafé. Allí me volvió a contar de su velero y de cómo planeaba llevarme por el Mediterráneo enh unos cinco años y cómo su vida junto a la mía iba a ser hermosa y como...
--Disculpa, pero yo estoy enamorada de alguien. En México.
-- ¿En México? ¿Pero tu aquí, no? ¿Y él allá? No me importa, tu cuerpo está conmigo.
Estaba loco, no me cupo duda y me volvió a dar ternura, y perdí el miedo, pero sobre todo sentí paz. Pero estaba loco.
Por seguridad, no quise verlo en toda la semana. Por seguridad y por las clases. Pero el siguió llamando. Y volvimos a salir el fin de semana, a otro café y luego otro y otro, hicimos esas cosas ridículas como tomarnos fotos en una máquina y caminamos mucho, mucho.
El tercer fin de semana me planteó las cosas como son: Ya íbamos pasada la sexta cita. Me plantó un beso en la boca. Fue en la calle, en una parada de autobús mientras yo esperaba a que pasara el que me iba a dejar a mi casa. Me invitó a cenar a su casa y conocer a su hermano al día siguiente que iba a ser sábado. Pero había que ir temprano porque era un pueblo, cerca de Valencia.
Al día siguiente por la tarde, en el café me hice mensa. Ya habíamos hablado de sexo en otras ocasiones, pero siempre en tercera persona y no de nosotros. Pensé "siendo europeo y con otras costumbres él espera otra cosa" y yo tan boba y tan poco asertiva como siempre no sabía ni qué pensar. Era obvio que se me antojaba. Pero era también obvio que me daba mucha pena. No podía dejar de pensar lo infiel que era con mi único amor, aunque él ya hubiera regresado de su súper semana en NY con Tetona. El sábado en el café estuve tonteando, tratando de decidir y al final me dijo "mi hermano hará arroz con leche para ti, tienes que ir".
Vaya, tuve que ir. Tomamos el tren hasta el Pobla de Farnals y luego caminamos y caminamos y caminamos hasta llegar a su casa. Era lejísimos.
Su hermano no sabía ni media palbra de español, pero hablaba muy bien el inglés. De pronto allí, en medio de la nada me invadió el pánico. ¿Qué pensaban hacer estos gemelos depravados conmigo? ¿Compartirme? Sentí que no iba a poder estar allí. Me faltó el aire, sentí miedo. Entré a llorar al baño y traté de recuperar la compostura. Salí y efectivamente: había arroz con leche. Delicioso. NUNCA NADIE HABÍA HECHO ARROZ CON LECHE ESPECIAL PARA MÍ. Ha sido la experiencia más erótica de mi vida. Sólo probarlo, comerlo, con una textura diferente. era una receta distinta a la que yo conocía y el resultado muy especial. Casi logré relajarme.
Me quedé muy callada. Rumano puso música en la grabadora, la más suave dentro de la variedad del rock pesado. Cosas tranquilas. Su hermano edsapareció en su propia habitación. Quedamos solos, apagó las luces y me sentó en el sillón donde comenzó a besarme.
Me puse muy nerviosa. Me quise ir. Le dije que quería irme. Y puso una cara de preocupación muy fuerte. Me explicó que ya no pasaba ningún tren ni nigún autobús a esa hora. Que él había asumido que pasaría allí la noche. Le expliqué que yo no había avisado en casa. A quién si tus padres están en otro país. A mis compañeros de casa, se llama responsabilidad. Se llama culpa. Se llama como quieras que se llame pero quiero irme. Y lloré y me besó. Y me dejé llevar y llevar y llevar.
Fue dulce, fue considerado, fue maravilloso. Apenas hube salido de mi asombro, me inavdió la culpa otra vez. Ahora más fuerte y más incontrolable que antes. Quiero irme de verdad. Dime cómo y yo camino. Yo te llevo.
Y me llevó rodeando toda la playa. Salimos a las tres de la mañana de su casa. Tomamos el rumbo de la linea costera y caminamos por la carretera. No había ni un alma. La luna iluminaba el camino. El mar reflejaba la luna y daba más luz. Me tomó de la mano. Me abrazó y me dijo que me amaba, que no le tuviera miedo, y que si necesitaba volver a casa él me llevaría aunque nos tomara tres horas. Efectivamente nos tomó tres horas. Los cafés, las pláticas, la cogida, nada me enamoró. Lo que me enamoró fue darme cuenta de que sacó paciencia de un lugar donde nadie la tiene y me llevó. Me siguió la corriente, me dio paz, nunca se enojó. Aguantó cada una de mis locuras. El tres es un número que persiguió nuestra relación, ed la forma más rara. Ya fuera con su hermano, con mi perro, o con Número1 en mi cabeza, siempre habíamos tres. Duró tres meses nuestra relación. Me tomó tres horas de caminata enamorarme de él. Nos veíamos tres veces a la semana y cada tres citas me sentía más de él. Fueron tres las llamadas que me hizo a México cuando volví.
Es la única relación que he tenido con alguien en la que prácticamente nunca he discutido. Se que él nunca había conocido a alguien como a mí, se que todavía me recuerda cuando da la hora en punto. Esos tres meses hice más locuras a su lado. Y puedo jurar que han sido los tres meses más pacíficos de mi vida. Soñé, soñé, soñé y dejé crecer una ilusión de lo más linda, siempre con la consciencia de que tenía una fecha de vencimiento ya había que aprovechar cada día.
El último día que nos vimos fue en un café. En un lugar público, en medio de la gente y sólo por hora y media. Tomamos un Agua de Valencia que él siempre había querido probar y que había ahorrado para llevarme a tomar. Mi pobre campesino rumano con aires de navegante de velero. Es uno de mis más dulces recuerdos y uno de los pocos que logra sacarme una sonrisa en días como hoy. Cuánto me gustaría poderme tomar la vida siempre con tanta tarnquilidad y tanta filosofía. Creo que me viene bien recordar que a veces las cosas se pueden tomar con paz y tranquilidad y también saben bien.
En fin, a ver qué más logro recordar...