Friday, June 12, 2009

Expectativas

Lo que sucede con las relaciones entre las personas es que al irse conociendo se van creando expectativas. Al inicio es imposible saber qué esperar, pero con el tiempo se pueden adivinar ciertas respuestas a situaciones dadas. También sucede que se va adquiriendo la confianza de pedir lo que se desea y crecen las expectativas.
Sucede en las amistades, en los noviazgos, incluso hasta en las relaciones laborales. Hay ciertas personas de las que esperamos más que de otras y ciertas otras que nos sorprenden. Yo comienzo a tener expectativas de Meztli y hasta de Michelle, pero sobre todo de Eduardo. Espero ciertas atenciones. Y creo que él ya va notando cuando me estoy empezando a sentir "abandonada". Me gustaría realmente que para mi fuera tan facil como tener sexo sin amor, pero creo que con él no puedo, me parece tan extrañamente facinante que no amarlo queda fuera de la ecuación.
Y entonces suceden cosas raras. Cosas como una semana de vernos y hablar poco, que se remata con un día entero de pasarla juntos en las actividades más encantadoramente geeks del universo. Un domingo familiar aderezado de Star Trek. Y me derrito. Y llega el lunes y muero ya por verlo, pero no hay forma. Y el martes, mientras comenzaba a escribir una carta con las mil razones por las cuales habría que intentar dejar esta relación en nivel de amistad platónica una vez más, recibo una llamada y más tarde otra y se completan tres a lo largo del día. Y entonces estuve a punto de arrancar la hoja y tirar la carta a la basura y darme de topes porque es obvio que yo una relación platónica con él nunca más voy a volver a tener.
Entra en escena Pablo. Pablo es un amigo de mil años que ahora pasa muchas horas conmigo. Anda arrastrando la cobija por su próximo divorcio y quiere que lo "enseñe a ligar." Nótese aquí el cue para "coge conmigo por compasión sin que te importe un bledo enamorarte". Y él no tiene ni idea que yo ahorita no podría coger con ningún otro hombre, porque TODO en mi grita intensamente el nombre de Eduardo. Mis poros destilan ansiedad por el cuerpo de Eduardo y si Casandra supiera que siento esto me mandaría a la mierda y de regreso, tres veces seguidas.
Así pues noche sí y noche también, Pablo me invita a salir. Habla horas de cuánto le gustaría besarme y que le enseñara a ligar con equis y ye mujeres, y luego me da sus "consejos" para ligarlas yo. A mi termina por darme ternurita y con tal de no regresar a casa acepto la invitación de tacos y cervezas, incluso entre semana.
El martes llegué a casa, sintiéndome una Diosa de la decencia por haber logrado esquivar con tal destreza todas las insinuaciones de Pablo, pero sobre todo llegué sintiendo las terribles ganas de que avanzara el día más rápido para ver a Eduardo. En realidad, a veces siento que podría conformarme sólo con verlo y verlo y verlo. Así que impulsada por el alcohol y las ganas de vaciar mi corazón le escribí un mail, lo más dulce que pude permitirme.
Me fui a dormir y al despertar revisé mi correo de regreso. Y ahí estaba, por primera vez una respuesta decente que podría hacerme sentir ligeramente correspondida. En realidad, fue una respuesta que me ha dejado como gata complacida por lo menos para cinco días. Tres llamadas y un mail! Y para rematar ese día lo vi, en plan familiar.
Hemos salido con unos amigos a llevar a nuestros chiquitines al parque. Terminamos cenando en su casa y pude platicar más tranquila también con Michellen(bueno, es que de verdad estoy intentando conquistar a esta mujer, y me siento clueless).
Cuando todavía estábamos en el parque, recibí un mensaje de móvil por parte de Meztli. "¿Dónde está la comuna ahorita? Podría usar un poco de compañía." Independientemente del descaro de tal pregunta, me pareció enternecedor que fuéramos su opción para buscar refugio. Meztli no tiene idea de que cada día, poco a poco, pasivo-agresiva o no, se va volviendo importante en mi vida.
Al llegar a cenar a casa de Eduardo ella ya estaba allí. Fue un poco penoso para mi con los amigos negarles el ofrecimiento de regresarme a mi casa. Ellos no tenían idea de que me quedaría a dormir con Eduardo y Michelle eas noche, ni mucho menos imaginarían todas las cosas que pasan en nuestras noches. Pero Meztli sí que lo sabe y decidió (con un poco de insistencia de mi parte) extender su estadía más allás de la media noche.
Conforme fue transcurriendo la velada, nos quedamos en el sillón frente a la gran pantalla en la sala de tele, solo Meztli, Eduardo y yo. Veíamos unas fotos e imágenes varias que ella quería compartirnos, pero poco a poco se fue tornando en un mal pretexto para no irse. Y parecía que ninguno de lo tres podía expresar lo que queríamos o esperábamos que sucediera esa noche. Eduardo tomó mis manos y las llevó a su entrepierna como suele hacerlo sin reparo. Y acto seguido se dedicó a las tetas de Meztli. Me excita verlo. Me excita sentirlo emocionado. Me excita acariciarlo y últimamente todo parece indicar que me excita ser su moqueta, felpudo, tapete, whatever...
Es evidente que mi formación feminista se incrusta y aparece en los momentos más inapropiados en la vida. El punto es que no me agradó sentirme simplemente objeto de placer, sin ser sujeta receptora como contraparte equitaiva del intercambio sexoafectivo, o lo que es lo mismo, si no me pelan, como por qué estaría yo allí dando a manos llenas. La parte compersiva del asunto diría que eventualmente, Meztli tomaría mi lugar en la entrepierna del señor y yo me convertiría en la parte receptora y que al ver todo el placer que les da sentirse tan amados yo debería volverme loca de éxtasis y placer por darles tanto cariño. Sin embargo, soy realista y reconozco hasta dónde puedo esperar y comparo mis expectativas ideales con las reales.
En pocas palabras: morí de celos y si estaba tan a gusto con las tetas de la otra, yo bien podía proceder a lavarme los dientes como efectivamente lo hice y despedirme para ir a dormir. No esperaba que el efecto fuera a ser que ella quisiera irse a su casa, pero tampoco voy a engañar a nadie diciendo que me molestó que se retirara. Me siento mal, involuntariamente pongo a Eduardo en la posición de tener que escoger con cuál quiere estar, pero no empecé yo. Es muy difícil sentir que todo el tiempo camino sobre hielo delgado tratando de no romper el equilibrio, ni los sentimientos de nadie.
Por la mañana fue aún más penoso, ya que Eduardo me preguntó directamente si me había molestado que jugara con las bubis de Meztli y si por eso no había yo querido seguirlo acariciando. Pero no pude decir nada. No pude explicarle cómo piensa mi cabeza en momentos de estrés. Sólo atiné a explicarle el motivo de mis celos: "no te veo a solas más que dos horas a la semana y tengo que compartir tus atenciones con otra, lo siento, pero no puedo." Me sobrepasó. Creo que no me había pasado tan fuerte como hasta ese momento.
Hace tiempo atrás hablé de las expectativas. Me expliqué a mi misma que no podía tenerlas, pero las tengo. Espero atenciones que sean sólo para mí, momentos que sean sólo para mí, situaciones en las que yo pueda ser plenamente y feliz y pequeños ratitos en que sólo sea yo la que importe, el resto del tiempo me puedo fundir con las sombras, ser parte del mobiliario, lo que sea, pero primero necesito tener mis momentos sólo para mi.
Hay días en que simplemente supera mis expectativas: de pronto aparece en el messenger cuando no le espero, me sorprende con un mensaje en el momento en que he perdido la esperanza de que se acuerde que existo. Dice que me quiere o me manda un beso cuando yo pienso que ni me extraña, me invita al cine, hace tres llamadas, o finalmente después de dos meses se digna a contestar un mail. Son esos los momentos con los que quiero quedarme, creo que para todos los demás, para aparecer de sorpresa afuera de mi trabajo y para las cenas, para ser soporte emocional en momentos de tribulación, existe Pablo. Para hacerme compañía cuando estoy a solas, y para llenar mi agenda desesperantemente vacía. Casandra viene este fin, espero se llene mi agenda.
En cuanto a lo que opina Casandra de todo esto... luego hablamos...

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