Me enamoré. No quería, no lo esperaba y me enamoré.
El amor, dicen, es maravilloso, y se debe aceptar con los brazos abiertos. Así lo recibo yo. Cada vez, siempre.
Pero me tomó por sorpresa. Y me siento extrañada y fuera de mí. No me concibo enamorada de él.
Se suponía que yo iba a darle un toque divertido al matrimonio de Michelle y Eduardo, sólo eso. Ahora me descubro a mi misma pensando cada mañana en él. Ayer me sentía sofocada, me faltaba el aire. Hoy me siento como gata complacida.
Yo tengo una pareja. Una mujer hermosa con la que llevo una vida incomparablemente bella. La idea de jugar con Eduardo y Michelle sólo era una calentura primaveral. Responder al deseo externado por él.
Hace más de cinco años, poco antes de que Casandra y yo comenzáramos a vivir juntas en esta Ciudad de Montañas, Eduardo y Michelle me pidieron de favor acompañarlos a un motel para cumplir la fantasía de ella. En ese momento yo accedí por postura política y por sentirme independiente. Para demostrarme a mí misma que ser pareja de Casandra no reprimiría mi vida.
En aquella ocasión, sólo me enfoqué en Michelle. Exploré su cuerpo, mojé mis dedos en ella y me sentí la más sexy de todas las mujeres mientras su aún prometido nos miraba con cautela, pero sin participar. Repetimos una segunda visita.
Luego, Casandra se vino a vivir conmigo y me convertí en monógama por poco más de cinco años. A los pocos meses de aquella primera vez, Eduardo y Michelle se casaron, y por un malentendido dejamos de hablarnos por casi 2 años. Ellos se casaron y en teoría yo estaba invitada a su boda, pero como nunca recibí la invitación, me presenté al evento al día siguiente, lo cual me hizo sentir profundamente dolida, humillada y usada.
Hace poco, Casandra ha tenido que salir de la ciudad. Seguimos siendo pareja, pero de lejos. Todo este tiempo juntas nos hemos dedicado a movimientos lésbicos, feministas y de disidencia sexual. Yo he sido lesbiana por filiación política. Me siento lesbiana, me se lesbiana, me defino lesbiana, me quiero lesbiana.
Apenas en febrero, Eduardo me mandó un mensajito al móvil:
Mensaje 10:Oye sin ofender, el fin de semana vimos las fotos que tomamos
los tres en 2003, te acuerdas cuáles? Habría que repetir un díaDe: Eduardo cel 04:42 pm 23-FEB-09
Por su puesto, yo contesté que soy una santa y que ya no hacía esas cosas. Dentro de mí sentí hervir mi sangre. Pensé en Michelle, en su piel blanca, su cuerpo delgado, sus pechos redondeados, sus nalgas firmes y todo dentro de mí gritó sí. El cumpleaños de Eduardo se acercaba y yo pensaba en cómo darles el sí sin verme desesperada. Finalmente, el 1ero de marzo llegó y en una reunión de amigos para celebrar su cumpleaños le dejé entrever que sí, pero que después del 18 de marzo que Casandra venía de visita.
Llegó ella y se fue. Y me sentí presionada pensando que ahora debería de cumplir. Me quise hacer tonta como si no hubiera recordado y estuve a punto de hacerlo. Se me atravesó mi periodo y por obvias razones pedí una prórroga antes de cumplir. Mientras tanto, Eduardo insistía. Y yo empezé a sentir "rarito". Me sentí deseada. Como hace mucho que no me sentía.
Empezamos un extraño jugueteo a través de la red y por medio de mensajitos de móvil. Un día, no sé qué se me subió a la cabeza y simplemente me masturbé pensando en ellos y les mandé todo lo que iba haciendo por mensajes. Al día siguiente fuimos a cenar los tres. Con nuestros hijos. Michelle se sintió muy cansada, abrumada y la noche terminó temprano. Después de eso yo ya no quería seguir, pero Eduardo volvió a insistir. Fue muy elocuente y también ella me buscó. Michelle me pidió que le diera otra oportunidad y seguimos jugueteando por messenger.
La noche siguiente, nuevamente yo ya no podía más con tanto deseo acumulado dentro de mí. Pero algo empezó a cambiar, de pronto me dí cuenta que estaba yo deseando estar con él. Sentirlo dentro de mí, tocándome, cogiéndome, saboreándome. Le envié fotos mías, tocándome, pensando en el. Algo súper atrevido que yo nunca había hecho.
No sé cómo surgió, a quién se le ocurrió, le dije que no aguantaba yo ni un minuto más de espera y quedamos de vernos al día siguiente. Pasó por mí a un lugar del centro, corrimos auna farmacia y de allí a un motel. De camino allá le recordé que llevaba yo 5 años de no estar con un hombre, le pedí que fuera gentil y que me viera como casi virgen.
En cuánto llegamos me hizo suya. Y fue literal. Fue arrebatador. Me sobrepasó. Sentí tanto, tanto, tanto. De una forma que pensé que ya no iba a sentir nunca en mi vida. Se me fue la respiración.
La noche siguiente, nos encontramos de nuevo, pero esta vez con Michelle, su esposa. Empezamos de forma sutil. Delicada. Con juegos eroticones con dados y tocamientos. Quitándonos prendas cada media hora hasta quedar completamente desnudos. Yo casi no me atreví a tocar a Michelle. A ella le excita que yo toque a Eduardo. Le excita ver cómo lo desean. Y yo lo deseo. Quizá demasiado. Esa noche me di cuenta con tristeza que no es igual estando ella. Porque hay más sentimientos y emociones qué cuidar.
Pero yo he tenido que hacer un compromiso conmigo misma, de mis sentimientos me ocupo yo, que afinal de cuentas soy adulta y debo darme cuenta de la sietuación en la que estoy. No puedo llegar y decir: "Michelle, préstame a tu marido para que me abrace como si me quisiera", porque esto a final de cuentas para ella se supone que sólo trata de sexo, aunque para mí trate de algo más.
A veces, siento que no puedo controlarme, quisiera besarlo todo el tiempo, aún delante de mis hijos y nuestros amigos que en teoría no saben nada.
Era obvio que en 5 años yo no iba a ser la única en sus vidas. Ellos tenían ya otra amiga nuestra involucrada junto con su prometido en su relación. Eduardo y Michelle llamaban a este arreglo "swingers", pero descubrí que en realidad era más cercano a la polifidelidad ya que solo se intercambian entre ellos 4, y es definitivo que Meztli está tan enamorada de Eduardo como la que más. La puedo entender. Con su encanto de niño tierno es fácil perder la cabeza.
A Meztli no la hizo feliz saber que yo quería participar en su arreglo. Pero Delfino, su prometido se emocionó con la idea. Entre Eduardo yDelfino la convencieron de dejarme participar en una reunión grupal.
La interacción fue muy fuerte. Me pareció muy cruda en realidad. Todo fue como quitarse la ropa y buscar genitalidad en un par de minutos. Me sentí cohibida. No hay amor cuando se hacen así las cosas y yo ante todo soy una enamorada perdida. Me gusta sentirme deseada, pero también amada. Meztli me permitió tocarla, besarla y hasta probarla, pero su cuerpo no me dice nada, y el mío ni si quiera se sintió atendido. Por otra parte Michelle, fue más emotiva, y me dejó abrazarla. Michelle me gusta, pero me siento mal de saber que yo deseo más que sexo y orgasmos de su marido.
A mi todo me avergüenza. Me corta que me vean la cara cuando me vengo, me asustan las luces encendidas, tengo una lista de no's casi inquebrantable. Y sin embargo con Eduardo soy otra. Me siento libre de entregarme sin remordimientos. Me ha resultado sorprendente ver la química sexual existente entre nosotros. Y una parte de mí, la meramente intelectual sabe que no es otra cosa que un subidón de endorfinas que me tienen la visión nublada. Y eso me da más vergüenza, porque no soy yo la que lo siente, es mi cuerpo que está en un rush químico enceguecedor.
¿Cómo se define el amor? No lo sé, sólo se que estoy otra vez enamorada. Y puesto que amo a mi mujer, esto debe ser polyamor. En la práctica, en la vida real. Me da miedo. Y como vulgarmente se dice, me austa, pero me gusta.
No comments:
Post a Comment